El capital relacional constituye en la actualidad un activo de gran valor para el desarrollo empresarial. Ésta es una frase que escuchamos con frecuencia; pero si ello es así, ¿por qué no gestionamos este activo?, ¿por qué no aprovechamos este activo para generar negocio?
Este concepto [capital relacional] y su gestión exige superar las barreras y esquemas mentales no de las empresas, si no de todas las personas que forman parte de las organizaciones. Las redes personales y profesionales que mantienen las personas de las organizaciones pueden ofrecer gran posibilidades para desarrollar negocios, establecer alianzas de alto impacto, incluso mejorar nuestro poder de negociación en diversos procesos.
Muchas empresas en declive exhiben un inexistente aprovechamiento de estas redes, por lo que no pueden beneficiarse de su potencialidad. Los negocios de hoy en día son gestionados por personas, y crear lazos empáticos con estas personas es clave para poder desarrollar vías que permitan reforzar el potencial de crecimiento de nuestro proyecto empresarial.
En noticias previas [Ver Las personas, eje de las organizaciones, pero las grandes olvidadas en el entorno actual] hacíamos referencia al rol protagónico de las personas en la competitividad de las organizaciones. En esta ocasión, ampliamos este círculo y pensamos en un concepto ampliado del concepto “persona”; pensamos en las personas de nuestra organización y las relaciones que éstas mantienen con otras organizaciones, agentes, personas….y cómo ello puede influir (positiva o negativamente) a nuestro proyecto.
Una política estructurada y participativa en torno al capital relacional puede aportar una ventaja competitiva sostenible que nos ayude a diferenciarnos de la competencia. ¿Lo has intentado alguna vez?
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