Suele ser habitual escuchar frases como: el centro de esta organización son las personas, y para ellas trabajamos. Pero la realidad es muy diferente. Las empresas que están viendo limitado su potencial de crecimiento son aquellas que no han sabido apostar de manera estructurada por ofrecer vías de desarrollo del potencial de sus personas.
La gestión estratégica de las personas supone redefinir el rol que hemos conferido habitualmente al “departamento de recursos humanos”; ya no es más un apoyo para el desarrollo de negocio, sino que se convierte en un eje fundamental para abordar los objetivos estratégicos de la empresa. La gestión del talento de las organizaciones exige alinear los objetivos individuales de las persona de la organización con los objetivos empresariales y crear itinerarios de crecimiento personal y profesional. De esta forma, el grado de identificación de las mismas con el proyecto se incrementa y se comienzan a materializar prácticas avanzadas bottom-up (de abajo a arriba) que revierten en la creación de un clima laboral saludable y de alto valor añadido.
La gestión estratégica de las personas exige más que formación; se trata de apostar por la definición e implantación de una estrategia que involucra diferentes aspectos: la formación, la comunicación, el reconocimiento, entre otros aspectos. En este sentido, una de los mayores obstáculos radica en la casuística que puede presentarse, es decir ¿cómo generamos un marco de desarrollo del potencial de las personas en nuestra organización, respectando la individualidad de cada una? Allí radica el éxito.
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