Las empresas competitivas avanzadas en gestión cuentan con una infraestructura específica que garantiza el proceso de conversión de inputs de negocios (oportunidades) en nuevos negocios.
Una característica común de estas infraestructuras en las empresas que están obteniendo beneficios reales es la flexibilidad, o lo que hemos denominado como “infraestructuras líquidas”. Esta forma de comprender la gestión permite que en las mismas se analizan de manera diversa las oportunidades que van surgiendo y que provienen de sus relaciones de largo alcance con proveedores, clientes, competidores y otros stakeholders.
En estas infraestructuras de soporte el objetivo esencial es fomentar la experimentación con clientes estratégicos; cuentan con mecanismos que les permiten experimentar con las ideas que son captadas y detectar el grado de aceptación previsto por parte del mercado.
Esta flexibilidad se combina con mecanismos formales de generación de conocimiento para generar cultura emprendedora en toda la organización. Así pues, las empresas competitivas son un claro ejemplo de autonomía y empoderamiento de las personas, en una fórmula equilibrada que incluye la sistematización de los procesos. Después de todo, una organización competitiva está formada por personas diversas, con perfiles múltiples y formas de pensar y analizar la realidad bajo primas diferentes: en la variedad está la riqueza.
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